miércoles, marzo 01, 2006

Aquellos maravillosos años

Decir a estas alturas que vivo por y para la música no es contar algo nuevo. Desde que soy capaz de recordar siempre ha existido una canción que me ayude a recordar determinados momentos de mi vida. Vale, esto se puede reinterpretar de una forma muy ñoña con sólo dejar volar la imaginación y evocar cualquier película de adolescentes en la que no paran de decir horteradas del tipo "esta canción sonaba en la radio cuando nos dimos el primer beso en tu coche" acompañada del coche subido a una especie de tajo donde se puede contemplar las lucecitas de la ciudad. Súperñoña. A lo que me refiero tiene algo que ver con esto, pero tranquilos que no creo que os salga caspa.

El otro día estábamos en el coche de un amigo escuchando música tras huir muy lejos de cualquier sitio donde se pinchara a todo trapo riguitón-machaca-neuronas. Después de una sesión de temas de Iron Maiden y Tool, el dueño se sacó de no sé donde un recopilatorio de The Smashing Pumpkins. Con las primeras notas de Zero, nos pusimos a charlar de nuestra infancia. Por suerte, la mayoría de los presentes nos habíamos criado con esas canciones con lo que aquello se transformó en un compendio de anécdotas que la mitad ni llegaba a recordar. Casi todas eran tipo juergas en lugares donde cualquier otra persona no habría puesto un pie en la vida. Pero nosotros no somos como el resto del mundo. Fuímos singulares y creo que seguimos siéndolo. Y eso nos llevó a escuchar música distinta a la que solía consumir la gente que nos rodeó en nuestro tiempo. No es que fuéramos asociales, sino que nuestra forma de ver las cosas, de vivir la vida, de relacionarnos con otra gente, era muy distina.

El caso es que cuando me fui a la cama me puse a pensar qué canciones podía recordar que me evocaran periodos de tiempo. Eran demasiadas, pudiendo encontrar tanto temas que hoy en día siguen gustándome, como aberraciones que ni en aquella época tragaba. Supongo que todo el mundo puede realizar el mismo ejercicio de memoria y asociación, no tiene nada de especial. Pero lo bonito es recordar cómo determinados acordes o sonidos nos influyeron en nuestra vida, hasta el punto que nuestros actos pudieran girar en torno a ellos. Os sorprenderéis hasta qué punto la música forma parte de la forma de ser de cada uno
Ebers Moll 2:08 p. m.

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