martes, abril 25, 2006

Me voy con la música a otra parte

Y nunca mejor dicho. A partir de ahora Sonido en Minoría deja de actualizarse en los blogs de Blogger y pasa a formar parte del mundillo Wordpress, alojándose en un nuevo servidor y bajo el mismo dominio que el blog hermano La Pesadilla de un Estudiante. Supongo que habrá gente que para nada le interese mi vida y sólo quiera leer algo sobre lo que publicaba de música. En parte este problema se soluciona con la aplicación de dos categorías principales para mantener poco la distinción que traía en Blogger, por lo que con un simple vistazo al encabezado de cada artículo podréis determinar a cual pertenece cada entrada. Aunque siendo sincero, con sólo ver el título de cada post podréis saber si merece la pena seguir leyendo o no. Espero que esto no suponga ningún incoveniento para que podáis continuar esta pequeña aventura en el nuevo blog.

He intentado importar las entradas de este blog al nuevo pero no me deja, por ahora. Espero que en breve pueda tenerlo todo completamente ordenado.
Ebers Moll 2:03 p. m. | 0 comentarios |

martes, abril 18, 2006

Vacaciones musicales

Al igual que en los últimos diez años, esta Semana Santa la he pasado tocando con la banda de música de mi pueblo en distintas procesiones de diversos pueblos, incluido el mío. Cuando la agenda para tus vacaciones tiene ocupados todos los días a partir de las ocho de la tarde, poco margen para la improvisación puedes encontrar. Así que tras una procesión de cinco o seis horas sólo te apetece realizar dos cosas: sentarte un rato y beberte un par de cervezas para paliar la sed. Nuestro destino final siempre suele ser algún pub de nuestro tranquilo pueblo, da igual el que sea mientras consigamos entrar a alguno; de tal forma que nuestros dos únicos deseos se pueden ver cumplidos simultáneamente. Como el cansancio nos impide coger un coche, no es normal que nos vayamos a otro pueblo a pasar un rato de ocio. Además, una vez que te da el "bajón" sólo piensas en coger la cama y dormir hasta quedar completamente repuesto, así que si te quedas cerca de casa no tendrás que convencer a dos o tres personas más de la necesidad de dar por finalizada la noche. En definitiva, me he tenido que tragar todas la vacaciones a camino entre los dos únicos pubs de mi pueblo, el deseo de cualquier persona con ganas de vivir experiencias emocionantes.

Estas vacaciones me han valido para realizar un estudio sobre las preferencias musicales de la gente. Tras un pequeño análisis de apenas tres días, he podido llegar a estas conclusiones:

1- La juventud tiene el gusto "mandado a hacer", como bien se dice en mi pueblo. Uno de los pubs se puede considerar casi como discoteca, por lo que reúne gran cantidad de los defectos de estas. El peor de todos es poseer un micro con el dedicar las canciones y una cabina de DJ donde alguien pone la música y blasfema a través del micro. He podido observar que el trabajo de esta persona es mínimo, puesto que no tienen ni que pensar las canciones que debe poner a continuación. Para eso existe un legión de críos (estamos hablando de quince años en adelante con predominio de los diecisiete) que piden las canciones, con unos resultados catastróficos. Que en una misma noche (de cuatro horas solamente) llegues a escuchar a la María Figueroa (sí ese subproducto apadrinado por el bizarro Juan y Medio) tres veces y al Koala otras dos no dice mucho a favor ni del pub ni del público. Entre medias, un buen surtido de riguitón y lo que algunos entienden como flamenco (si Camarón levantara la cabeza se pegaría con la tapa del retrete al escuchar el nuevo "flamenco" de entes como Andy y Lucas)

2- Los mayores de 22 años siguen prefiriendo los grandes clásicos. Si alguien no sabe qué hacer con algún recopilatorio donde aparezca el "Saturday Night", puede intentar venderlo por allí. ¿No sabéis a qué canción me refiero? Sí hombre. Seguro que os acordáis de aquella pilingui que hace unos diez años supo poner a bailar a toda una discoteca, o similar, mediante una absurda coreografía que se repetía en un bucle infinito e infernal. Mala era la canción, pésimo el bailecito y bochornosa la mezcla de ambos. Lo peor es que en mi pueblo le han vuelto a sacar gustillo a semejante circo y no han parado de moverse como borregos. Y si después les pones el "Follow the Leader" entonces la pista se viene abajo con toda una turba borreguil moviéndose según los designios de una mente enferma que "compuso" toda una oda a la estupidez. Aún así, la gente disfruta bailando semejante chorrada y nos miran a los demás (a los que no nos movemos hasta que no pongan aunque sea a Dave Clarke) como si estuviéramos expuestos en tarritos de cloroformo dentro del museo de las abominaciones.

3- En general la gente tiene un conducto auditivo demasiado estrecho. Puedes ponerles el mejor tema comercial de música dance de la historia, que si no lo han escuchado antes unas cinco veces mientras permanecen en la pista de baile y otras diez veces entre los megaequipos de música que circulan en la calle y en la radio gracias a la "noble tarea" de emisoras como los "Cuarenta Criminales", no moveran ni un sólo músculo salvo los justos para silbarle al Dj en señal de descontento y para ir corriendo a la cabina para volver a pedir a la María Figueroa o cualquier tema sexista (léase, de riguitón).

4- Si funciona mejor no cambiar. Esta máxima se cumple sobre todo en el mundo del software cuando estamos hablando de sistemas operativos en servidores (por citar un ejemplo de situación delicada), pero en el mundo musical creo que es sinónimo de fracaso a la larga. Cuando le pides al Dj (lo llamo así por no decir siempre el que pone las canciones, que es mucho más largo) que se dé una vueltecita conceptual a través del resto de estilos musicales susceptibles de ser utilizados en cualquier sala donde se pincha música para un público generalista este suele mirarte fijamente y soltarte sin apenas inmutarse: "la gente está bailando esto y no hace falta cambiar de música". Claro que esta persona no suele nunca mirar al resto de seres que se arremolinan alrededor de la pista y que no se mueven nada porque están hasta los cojones de ese ritmo empalagoso y repetitivo acompañado de soeces (léase riguitón) y que suelen representar un tercio de los que llenan el local.

Como corolario a esta última conclusión, decir que ritmos y estilos tan míticos como el break-beat (rebajado a música de chusmetas por culpa de determinados individuos de sobra conocidos en la antigua escena de Dj-aprovechado), el house, el dance, el techno, el pop más indie y el rock en su sentido más amplio (encarnado en gente como Rage Against the Machine, por ejemplo), han pasado a mejor vida en estos sitios. Ya sólo se pueden escuchar dos tendencias musicales a cual más odiosas: el riguitón y el flamenquillo-fusión. Es triste que los chicos de hoy en día a pesar de poseer más acceso a la música sólo se limiten a escuchar lo más comercial entre la música comercial. Nosotros siempre tendremos como banda sonora de nuestra juventud el estribillo de Zero de The Smashing Pumpkins, pero ¿qué tendrán ellos? No creo que el de Culo de Pitbull sea el mejor estribillo que defina la música de nuestros mejores años.

- Doctor tengo empacho de música hortera.
- Escuche el disco de Nathan Fake después de cada comida durante una semana y como nuevo.
Ebers Moll 9:48 p. m. | 0 comentarios |

lunes, abril 17, 2006

Ahora más grande

Tras las vacaciones obligatorias con motivo de la Semana Santa, nada mejor para recuperarse de las diversas intoxicaciones sufridas que relajarse con algo de música mientras leemos un buen libro.

Aunque en un principio estaba pensada como sesión para la hora del café de un pub, creo que en nuestro equipo de música puede funcionar igual de bien. Más grande, más tiempo y con mejor calidad.
Ebers Moll 3:19 p. m. | 0 comentarios |

jueves, marzo 30, 2006

24 hour party people

O dicho de otra forma, fiesta y after todo en uno (más o menos). Lo cierto es que esto es el título de una película y el de una canción de los Happy Mondays, estando ambos muy relacionados. Aunque esto sea esencialmente un blog sobre música, hoy os voy a recomendar esta magnífica película, que casi a modo de documental, viene a contar los apasionantes años que se vivieron en Manchester entre la decadencia del punk en forma de post-punk y el nacimiento y gestación de la cultura de club, todo ello desde la perspectiva del que casi que podemos denominar el verdadero impulsor de todo lo que se vivió en aquel tiempo, Tony Wilson. Tuvo la gran suerte de estar en el momento oportuno, en el sitio ideal y rodeado de gente que, gracias al talento de ellos y al dinero y la capacidad emprendedora de Tony, se han convertido en mitos de la historia de la música y en referentes para los grupos venideros. Estoy hablando de Joy Division, los propios Happy Mondays y, cómo no, New Order, bajo el techo de the Hacienda (FAC51). Cualquiera que desee conocer cómo se evolucionó del punk al house, puede encontrar toda la información en esta entretenida película que, de una forma semificticia, contará la historia de los dos primeros grupos y cómo influyó su música en la creación de una nueva forma de entretenimiento basada en la música dance y las drogas de diseño.

Joy Division, que es de quien quería hablar un poco, nació el 20 de julio de 1976 en el Manchester Lesser Free Trade Hall. Toda la gente está segura de esta fecha porque precisamente ese día tocaron por primera vez los Sex Pistols en Manchester ante un público de apenas 30 personas (no me acuerdo muy bien del número que indican en la película), entre las que estaban el propio Tony Wilson y los integrantes de Joy Division. Fascinados ante semejante sonido, decidieron crear un grupo similar, aunque primeramente el grupo se daría a conocer como Warsaw y tras un año decidieron cambiarle el nombre para evitar ser confundidos con el grupo de punk londinense Warsaw Pakt. Aunque Ian Curtis fue el último miembro en integrarse a la banda, fue el que más influyó en el carácter musical de la banda. Su fuerte personalidad depresiva se dejaba plasmar en todos los aspectos de Joy Division. Así, a pesar de nacer en plena época punk y estar influenciados por las bandas del momento, el sonido era mucho más gótico que las del resto y las letras de sus canciones poco se parecían a las letras protesta que por aquel entonces entonaban las bandas de su época, siendo las de estos infinitamente más poéticas.

Pero poco tiempo duró esta banda. El 18 de mayo de 1980, apenas cuatro años tras su formación, Joy Division se disolvían. Ian Curtis se suicidaba en su casa de Manchester, mientras escuchaba un disco de Iggy Pop; justo el día de antes de comenzar una gira por Estados Unidos. Solamente pudieron sacar dos discos cargados de canciones increíbles, revolucionando un estilo que prácticamente poco había evolucionado en los últimos años, tanto en la composición como en su producción.

Ian Curtis padecía de epilepsia, siendo bastantes frecuentes sus ataques, incluso subido al escenario. Digamos que patentó un estilo de baile inspirado en su propia enfermedad, moviéndose mediante espamos y movimientos similares a los que la epilepsia le producían. En el vídeo que os dejo a continuación podemos ver a Joy Division en una actuación en directo, con bailecito de Ian Curtis incluido. El tema es el famoso She's lost control.



Y aquí otro temazo, Transmission

Ebers Moll 9:13 p. m. | 0 comentarios |

martes, marzo 28, 2006

Creación y producción

Dos procesos estrechamente enlazados pero muy distintos uno del otro. Como ya dije anteriormente, uno se nutre de nuestro talento mientras que el otro lo hace más de nuestros conocimientos y equipamiento. Por muy buena que sea una idea musical, hay que saber presentarla, hay que saber darle forma. Si no disponemos de los medios para ello, difícilmente llegará a gustar al público, ya que siempre demandamos calidad en todos los aspectos. Hoy por hoy, este camino se ha allanado considerablemente con la llegada de las nuevas tecnologías en forma de estudios musicales caseros. Ya no hace falta gastar una fortuna en equipos hardware para mezclar las pistas y masterizar la mezcla, sino que por algo más de 300 euros podemos disponer de una herramienta bastante aceptable en forma de software, mientras que por otros 200 euros podremos tener unos monitores en condiciones para llevarlo a cabo.

Sin duda alguna, quien tiene más fácil y barata la autoproducción es el que centra su creación en sonidos puramente electrónicos, sacados de cualquier sintetizador software y con la ayuda de cualquier estudio virtual tipo FL Studio o Reason. Con ambos programas se puede crear música con mayor o menor toque de profesionalidad, en función de las características de ambos estudios y, sobre todo, de nuestras habilidades en su manejo. Además, ambos incorporan las herramientas necesarias para realizar un proceso de mezcla y masterización completo, aunque no sean tampoco las más idóneas para llegar competir contra verdaderos pesos pesados como la suma de Cubase SX más Waves Diamond (estaríamos hablando de más de 2000 euros). Quizás una buena elección relación calidad-precio sea Cakewalk Sonar Producer
junto con la suite de masterización Ozone, ya que por algo más de 1000 euros tendrías un estudio virtual bastante completo y con un precio bastante asequible.

Dejando ya a un lado tanto programa, en resumen tenemos que cualquier persona que se quiera dedicar a la música electrónica a un nivel básico, pero con un grado de profesionalidad considerable, sólo tendría que desembolsar una cantidad en torno a los 1300 euros (contando con los monitores) si es que ya dispone de un ordenador y una tarjeta de sonido de andar por casa. Si nos ponemos quisquillosos y queremos usar una tarjeta que nos ofrezca más ventajas de cara a la grabación de una fuente externa, latencia cero y que pueda trabajar a 24bits y 96khz, nuestro estudio se podría quedar perfectamente en torno a los 1500 euros, lo cual tampoco llega a suponer un gasto excesivo si quisiéramos tenerlo como hobby (algunos gastan millones en desgraciar el aspecto de un coche) y tuviéramos un trabajo remunerado (estudiar y escribir en un blog todavía no están dando sus frutos, ejem!). Por contra, sigue suponiendo una verdadera fortuna para cualquier persona que esté estudiando y quiera montar un grupo con un par de coleguitas para emular a The Chemical Brothers. Insisto en que con todo este material se puede autoproducir un disco y hacer que suene bastante bien (ya sólo depende de las habilidades de cada uno), y cuando digo bien me refiero a conseguir ese tan ansiado sonido de pista rompecinturas que puedas encontrar en cualquier discoteca (absténgase riguitón y demás experimentos sociológicos).

Ahora supongamos que queremos montar un equipo de música pop pero con altas dosis de arreglos electrónicos, donde al menos tendrás que disponer de guitarra y ampli, bajo y ampli, micrófono para vocalista, mesa de mezclas para directo y por supuesto un ordenador que ponga todo el sonido que falta. Sin entrar a precisar precios y a seleccionar equipamiento medio decente, creo que el total fácilmente superará los 6000 euros; eso sin contar ningún extra en forma monitores de escenario ni altavoces para ser usados por la vocalista y el ordenador. Algunos de vosotros creerá que este equipo resultará más que suficiente para llegar a grabar un disco y producirlo con el material que se dispone, pero la realidad es triste y cruel. Con semejante equipo, aunque quien lo haga sea el mismísimo Alan Parson, cualquier cosa que se grabara y masterizara sonaría más a juguete que a algo serio.

Para cualquier grupo que utilice como mínimo un instrumento real, se necesita usar un equipo mucho más sofisticado para conseguir un resultado aceptable. Aquí ya no se trata de lo bien o mal que pueda tocar el músico, sino de la calidad del instrumento así como de todos y cada uno de los elementos que intervendrán en el proceso de grabación. No es lo mismo un micrófono de Karaoke que un micro de condensador de 1000 euros, ni será lo mismo una guitarra Sonora que una Ibanez. Pero es que, aunque en directo pueda dar bastante bien el apaño, cuando utilizas la mesa de mezclas como previo para grabar cualquier instrumento, te darás cuenta que mete mucho más ruido del que puede soportar cualquier oído normal, por lo que tendrás que cambiarla a otra más cara y con mejores prestaciones o bien usar solamente unos buenos previos, lo que supone también un gran desembolso económico. Es así de simple: cualquier componente hardware no sirve para ser incorporado al proceso de grabación, porque de su calidad (o mala calidad) depende enormemente los resultados finales en la mezcla y masterización. No se puede hacer milagros si las tomas grabadas no tienen un mínimo de calidad. Y para que algo suene bien hay que invertir dinero en material.

En Hispasonic podemos encontrar a la mayor comunidad de músicos amateur de toda la red (por lo menos que hablen español). Allí tienen cita tanto aquellos que sólo se dedican a componer con ayuda de un ordenador, como los que sólo confían en el tacto de una Fender. Cualquiera puede resolver dudas concretas en el uso de un programa, en lograr el sonido de sintetizador deseado o en la disposición de los micros dentro de un escenario. Lo que he aprendido tanto de sonido en directo como en el uso de los programas ha sido gracias a la ayuda desinteresada de la gente que participaba en dichos foros. Quizás el problema más repetido era el de alguien que tras seguir al pie de la letra los consejos de mezcla y masterización se encontraba conque todo seguía sonando a juguete. Casi siempre se debía a que el material con el que trabajaba no era el idóneo para alcanzar un resultado satisfactorio. Ruidos indeseados, ecualizaciones de grabación incorrectas (algunos no se enteran que es mejor no aplicarla durante la grabación), saturaciones, sonidos con muy poca intensidad... Al preguntar por las características del equipo utilizado para ayudarles un poco sobre cómo disponer más eficientemente del equipo, casi todo el mundo ofrecía una respuesta similar una vez veían la lista: necesitas mejor equipo. No es que no quisieran ayudar, es que no se podía hacer mejor con el material del que se disponía. Pero otras veces el problema procedía del proceso de mezcla y masterización.

Efectivamente, aquel que sólo use el ordenador le resultará más asequible llegar a autoproducir su propio disco. No tendrá que gastar dinero para el proceso de grabación, ya que normalmente todos los sonidos que incorpore son sacados de los sintetizadores o bien obtenidos de una librería de samples, ya sea comercial o de libre distribución (que las hay). Pero tarde o temprano tendrá que enfrentarse con el proceso más complicado, y posiblemente tedioso, que decidirá en gran medida la calidad de su trabajo. Una solución sería enviarlo a una discográfica, pero para llegar a esa conclusión no me habría tirado todo este rato escribiendo. La otra es leer mucho, pillarse unos buenos plugins, tener las ideas bien claras, armarse de una paciencia infinita y enviar a tu hermano pequeño a por una caja de aspirinas. Aunque gran parte del éxito depende el tener unos monitores de estudio en condiciones, aquí prima la experiencia en este tipo de labor, ya que eso no se llega a aprender en un fin de semana. No existen unas reglas que llevadas al pie de la letra garanticen el éxito, sino que en función del carácter que quieras imprimir a la obra así habrás de operar de una forma o de otra. Una distribución desacertada en la panoramización de cada uno de los intrumentos puede cargarse toda la atmósfera que podía generar la composición, y lo peor es que posiblemente no nos demos cuenta de ello y no seamos capaces de encontrar una combinación óptima.

En definitiva, la producción es un proceso complicado y muy delicado, que siempre marcará el resultado final de cualquier tema. Así, podemos tener canciones muy malas, en cuanto a composición, pero que suenan de escándalo. Hay que tener en cuenta que en el proceso de mezcla y masterización se suelen cambiar los sonidos de mucho instrumentos así como insertar o suprimir algunas partes que ayuden a conseguir el efecto deseado. Para saber qué parte tocar, cómo modificarla y qué sobraría, se necesita mucho instinto alimentado por años de experiencia. Es también esencial saber manejar los distintos "cacharros" que vas a usar durante todo el proceso, porque para alcanzar un sonido impactante, que destaque sobre cualquier otro disco, hay que saber muy bien cómo sacar el mejor partido de cada uno de ellos. Esto se traduce en invertir más tiempo para lograr esa maestría que sólo unos pocos alcanzan, tanto en leer los mamotretos de manuales que últimamente suelen acompañar al plugin más simple como en experimentar con el juguetito. Y lo más importente para mezclar y masterizar decentemente es no tener un oído en frente del otro.
Ebers Moll 11:08 p. m. | 2 comentarios |