domingo, octubre 30, 2005

Presentación

Mi primer disco lo compré con unos 15 años. Al tener una hermana mucho mayor que tú, puedes aprovecharte de sus gustos musicales que pueda ofrecerte y de los discos que ha comprado basándose en estos, por lo que mientras sean similares no hay necesidad de comprar ningún disco. Pero a un niño de 7 años le resulta bastante difícil escuchar a Alaska y los Pegamoides, y mucho menos entender las letras, por lo que mi interés por los discos de mi hermana era algo bastante anecdótico en comparación con la colección de música que me podía ofrecer. Ahora ve uno esos discos de vinilo como verdaderos tesoros de la música de los ochenta, pudiéndoles dar todo el valor de aquella época fantástica para la música española. Y como uno no disponía de una paga que fuera algo más que simbólica, había que recurrir a las grabaciones en cinta y a mucho ingenio para agenciarse algo que fuera de tu agrado (parece ser que la piratería tiene mucho más tiempo que el mp3).

Aunque tardara mucho en comprarlos, empecé a disfrutarlos incluso antes de saber hablar ya que, según cuentan mis padres, la única forma de hacerme callar durante las noches de verano que siguieron a mi alumbramiento era con música. Lo que pasa es que el niño salió bastante sibarita y sólo admitía a los grandes de la música clásica, rechanzo al resto con una demostración soberbia de voz de contraalto ad libitum. Después el gusto degeneró conforme pasaron los años hasta que logré entrar por el buen camino de nuevo.

Así, tras varias cintas de "Máquina Total" y "Bolero Mix" junto con algún esperpento de cuyo nombre no quiero acordarme (como un tal Ximo), uno empezó a ir desarrollando un cierto gusto que se iba alejando del resto. Los chicos de ahora lo tienen muy fácil, porque al disponer de televisión digital con muchos canales de música, unido al potencial que ofrece internet, encontrar otra música un tanto distinta de la que te ofrecen ciertos medios de comunicación con dudoso gusto musical (ellos miden la calidad con otro baremo distinto) es muy fácil. Pero para mí fue todo un descubrimiento y un gran éxito de investigación encontrar a grupos como Green Day, Offspring o The Cramberries, que ofrecían un sonido que en nada se parecía al empalagoso de Eros Ramazzotti o ese grupo raro que era Amistades Peligrosas o cualquier recopilatorio de makineta que había conseguido abandonar sin mucho esfuerzo, que era lo que escuchaba el resto de mis amigos o amigas.

Y una tarde de otoño decidí invertir mis ahorrillos del mes en un disco que cambiaría mi vida y mi concepción de la música: The Mellon Collins and the Infinity Sadness, de los desaparecidos Smashing Pumpkins. Para mi sin duda alguna es el mejor disco de los años 90 sin tener en cuenta el estilo de música, sólo seguido por el Debut de Björk o el Dummy de Portishead. A partir de ahí se empieza a abrir para mi el mundo de lo que se conocía por música independiente, sin carácter comercial donde prima el talento al posible éxito comercial. De ahí seguí con un montón de grupos pop con un carácter similar a ese disco tan fabuloso que he mencionado. Conforme iba acabando el instituto me empecé a decantar por el Metal por culpa de Marilyn Manson (algunos no comprenderán porqué una cosa puede llevar a la otra) hasta meterme en algo que los entendidos llamaban Black Metal. Tras freirme el cerebro de esta forma durante un tiempo me pasé a algo más tranquilo y melódico como Radiohead u Ocean Colour Scene y cuando me empelagué con tanto música aterciopelada de Suede, seguí con el rock industrial de Deftones y muchas otras más variantes mientras intercalaba los orígenes del rock con gente como Led Zeppelin.

Cuando llegué aquí tuve una revelación de la mano de Fernando Trueba. Él nos dio la oportunidad de conocer el Jazz Latino a través de su película-documental-musical Calle 54, y yo acepté. Así pude asomarme un poco al mundo del Jazz, y empezar así a escuchar aquellos programas nocturnos de los que había rehuido toma mi vida hasta entonces. Pero me di cuenta de que para escuchar Jazz hay que estar preparado mentalmente, por lo que decidí que mientras maduraba me dedicaría a ampliar mis conocimientos.

Tengo la suerte de tener un primo que está también un par de escalones por encima de mi en cuanto a gustos en determinados estilos musicales. Gracias a él pude escuchar mi primer disco de esa música que muchos han insistido en elevarla a estilo musical pero que yo me sigo negando. Es ni más ni menos que el Chill Out. Yo empecé con un disco de Hed Kandi y amplié la colección con algún otro. Por suerte no caí en el error de comprar ningún disco en el que intentan mezclar algo con ritmos pausados y atmósferas etéreas. Así que nadie me pregunte nada sobre Opera Chill Out o Flamenco Chill Out o cualquier perversión de una mente enferma. Menos mal que me duró poco y pegué el salto al Trip Hop y al Downtempo gracias a discos como Maxinquaye de Tricky o el fabuloso Mezzanine de Massive Attack. Tras esta evolución, quise adentrarme en otros estilos de música y me dediqué a escuchar todo lo que podía caer en mis manos. Lógicamente, algunas cosas me gustaban, otras ni las llegaba a escuchar enteras porque eran pura basura y hay una tercera clasificación en la que están aquellos discos que no me gustaron en su tiempo, pero que tras unos años de madurez he llegado a apreciar como discos que eran verdaderas genialidades. No me voy a meter en hacer un repaso de los discos más representativos de lo que escuchaba porque sinó esta presentación se convertiría en más tostón de lo que está llegando a ser, pero sí que os diré que después de todo este tiempo me he quedado con dos géneros musicales: el Jazz y la Electrónica.

El primero procuro escucharlo en vivo y el segundo en casa. Aunque no soy un entendido del Jazz y soy incapaz de retener tanto nombre en mi cabeza, siempre que tengo la oportunidad escucho algún disco que me recomiende un buen amigo mío que entiende una barbaridad de buena música. Pero soy muy reticente a meterme completamente de lleno en ese mundo, porque tengo la sensación de que cuando entre en él ya no podré escuchar ningún otro estilo. Así que me estoy guardando para cuando tenga más años y el ambiente de un pub me resulte demasiado opresivo como para permanecer en él más de media hora. Entonces me dedicaré a escuchar Jazz y frecuentar clubs de música en directo. Mientras sigo escuchando música electrónica en su más amplio sentido, por lo que mayoritariamente comentaré discos que contengan a mansalva sonidos de sintetizadores.

Y recordad que no sois los únicos que no lo gusta "bailar" regueton o como demonios se escriba
Ebers Moll 12:30 a. m.

2 Comments:

Hola

Te recomiendo q le des un repaso a los 70 y finales 60, q no solo es Led Zeppelin, tb escucha Jetro tul y asi. Creoq te gustaran.

Por lo demas, tu blogg mola mazo q diria Rafhael.

jeje
En los 60 empiezo a naufragar. Más o menos controlo algún que otro grupo, como los Grateful Dead, pero donde más me defiendo es en los 70. No he querido extenderme mucho en nombrar grupos, de ahí que me falten muchos míticos. Y tienes toda la razón con Jethro, me gustan.

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